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miércoles, 1 de julio de 2020

Índice UV y Factor Protección Solar: Una relación… ¡ardiente!.

Después de varios meses de hacer vida casi de ermitaños, hemos ido acumulando unas ganas tremendas de disfrutar del aire libre, del sol, de la playa o la montaña.

Estamos en verano y el tiempo acompaña para hacer realidad lo que durante tanto tiempo hemos soñado y deseado pero, ¡cuidado con el sol!: Disfrutarlo nos puede pasar factura sino tenemos unos cuidados mínimos.

Hoy quiero hablaros del Índice UV y su relación con el SPF (factor de Protección Solar) que cada uno necesitamos, tan ligado a esta época estival. 

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Todos ya tenemos una mínima cultura sobre cómo debemos protegernos ante el sol, según el tipo de piel que tengamos, edad, raza, etc; pero nunca viene mal recordarlo de vez en cuando.

Todos sabemos que el Sol emite diversas radiaciones, necesarias para la vida en la Tierra (fotosíntesis de las plantas, síntesis de vitamina D, etc), pero al mismo tiempo (paradojas del Universo) potencialmente peligrosas para nuestra existencia.

No voy a entrar en detalles científicos; para ello hay páginas cómo la de la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología) o de la OMS dónde podemos ampliar datos más técnicos. Mi pretensión es hacer un resumen y recordar lo necesario de tomar precauciones antes de ponerse alegremente al sol y acabar como una gamba cocida.

 ¿Qué es el Índice UV?... Pues es la medida, de con qué intensidad la radiación ultravioleta del Sol, alcanza la superficie de la Tierra. Es una escala numérica y de colores, que empieza en cero y sin límite. Cuánto más alto es este índice, más precauciones debemos tomar. 

¿Dónde podemos encontrar este índice?... Pues lo más rápido, en nuestra aplicación del tiempo de nuestros teléfonos o en la página oficial de la AEMET.

Muy bien: Ya sabemos qué índice UV, hay previsto para nuestro día de playa; ahora falta saber que SPF (Factor de Protección Solar) me hace falta a la hora de comprar un protector solar…

Aunque, la regla general, diría yo, es que hay que tomar el sol… ¡a la sombra!...

Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), cada año, hay entre 2 y 3 millones de casos de melanomas, en el mundo… ¡Así que “cuidadín”!...

Antes de nada: ¿Qué es el factor SPF?...

Cada persona tiene la piel con una determinada resistencia a la exposición solar, sin llegar a quemarse. Es lo que se llama fototipo de piel. El Factor de Protección de las cremas, lo que hace, es aumentar esta resistencia al sol, multiplicando la resistencia natural por el numerito que marca el envase de la crema.

Un ejemplo: Si nuestro tipo de piel nos permite estar al sol 10 minutos sin quemarnos, al aplicarnos una crema de factor 50, por ejemplo, podríamos estar 500 minutos al sol para estar “seguros”… Aunque hay que tener en cuenta que hay varios factores que disminuyen esta protección como puede ser el agua, la arena, el roce de la toalla, etc. Por lo tanto, lo mejor, es no escatimar y más vale “pecar de mucho que de poco” a la hora de darnos nuestra crema solar.

Por supuesto, lo mejor es consultar con nuestro dermatólogo o nuestro farmacéutico y que ellos nos aconsejen, pero como norma general es que cuanto más clara es nuestra piel y menos edad tenemos, el factor tiene que ser más alto y aplicarlo más a menudo.

Los dermatólogos recomiendan aplicar 1 mililitro (1cc) de crema por cada 1 cm2 de piel, unos 30 minutos antes de exponernos al sol, para que la piel absorba la crema bien; así que la costumbre, de echarnos la crema cuando ya estamos a pleno Sol, tenemos que empezar a olvidarla…

Puede darse el caso de quemarnos a pesar de habernos puesto todo el bote de crema, simplemente porque no hemos respetado el tiempo de asimilación de la piel y cuando nos la hemos puesto (si nuestra piel es muy sensible, p.e. los niños) ¡ya hemos superado nuestro umbral natural de protección!... y luego nos lamentamos de que la crema no funciona sin darnos cuenta que el fallo ha sido nuestro.

Resumiendo: Tomar el Sol es bueno y necesario pero con moderación.

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lunes, 14 de octubre de 2019

Los aparatos de TV: Una historia de imágenes.


Como todas las cosas que ahora forman parte de nuestro estilo de vida cotidiano y que se nos hace impensable vivir sin ellas, la “tele” no se escapa de esta categoría. ¿Pero cuáles fueron sus orígenes?...

Sin entrar en muchos tecnicismos, voy a centrarme en datos curiosos.

Los primeros TV “mecánicos” (basados en el Disco de Nipkow, invento de Paul Nipkow en 1884) vendidos fueron por el año 1928, en el Reino Unido, la Unión Soviética y en los Estados Unidos. Eran prácticamente una radio que traían un tubo de Neón y creaban una imagen del tamaño de un sello, que se ampliaba con una lente. ¿Os imagináis eso ahora?... En 1930 ya se vendían sin la radio: ¡Todo un extraordinario avance!. ¡Y en diagonal, medía la pantalla, 14cm!

Estos rudimentarios aparatos fueron sustituidos por el Tubo de Rayos Catódicos (CRT), allá por el año 1934, de la marca Telefunken, en Alemania; consiguiendo una mejor resolución de imagen; pero todavía en blanco y negro.

Aquí, en España, no fue hasta 1951 cuando TVE comenzó a emitir en modo de prueba, a ver qué pasaba… Y pasó que el 28 de octubre de 1956, comenzó a emitir regularmente. Aunque, hasta la década de los 60, se dudaba de que tuviera futuro en España: ¡Quien lo iba a decir ahora!. Por cierto, a primeros de los 60, apenas había unos 50.000 aparatos en España (las familias más pudientes de entonces).

Hasta la década de los 70, no se consiguió difundir los aparatos en color.

(Artículo de nuestra web: Hitachi 50´´)
Los avances en la electrónica sabemos que es exponencial. De los primeros aparatos con un tubo y la necesidad de tener espacio por detrás para colocarlos en un mueble, hasta las pantallas planas actuales no más gruesas que un cuadro de pared. Y estos avances, y la competencia, hacen que se puedan adquirir grandes modelos a precios muy asequibles, impensables hace unos años.

¿Hablamos de récords?... Por ejemplo, la TV más pequeña mide 3,84 mm de ancho por 2,88 mm de alto. La más grande mide 262 pulgadas en diagonal (6,65 m) y pesa 800 kg (hablamos de modelo fabricado en serie). Y la más cara vale la módica cantidad de ¡2.250.000,00 $!... Pero por el “envoltorio” de oro, diamantes y piel de serpiente, que lleva.
Aunque realmente el récord está en Las Vegas (Fremont Street): ¡30 m de ancho y 500 m de largo y 17.000.000,00 $!.
Imagen aérea de Fremont Street (Las vegas)


¿Y el futuro?... Ya hay modelos que se enrollan como una alfombra… ¿Pantallas holográficas tal vez?... ¿Transparentes para verlas por ambos lados a la vez?... ¡Sólo el tiempo lo dirá!...