La verdad que es una historia milenaria, puesto
que se les atribuye a los Sumerios (sobre 3.500 años a.c.), la sociedad más
avanzada de su época, la creación del primer perfume; aunque su descubrimiento
por el hombre se remonta, seguramente, a
plena prehistoria, al quemar, por casualidad, ramas de plantas aromáticas
(hablamos de hace más de ¡8.000 años!).
Los Egipcios (¡cómo no!) desarrollaron esta industria.
Por el 300 a.c., llega a Grecia y de allí se
extendió, por el Mediterráneo, a otras zonas como el Cercano Oriente, Roma,
Península Ibérica… Naciendo los primeros perfumistas.
Los árabes, sobre el año 1.000 d.c., al
perfeccionar su elaboración y gracias a su comercio, los perfumes fueron convirtiéndose
en símbolo de nivel social alto y extendiéndose por el mundo conocido de
entonces.
La verdad que su uso se debía a la necesidad de
ocultar el mal olor corporal por la falta de higiene. Parece ser que, el agua y
el jabón, por otro lado más económicos, no eran de mucha aceptación; por eso,
hasta el S. XIX, la alta sociedad, llevaba un pañuelo perfumado que acercaban a
su nariz frecuentemente.
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Costumbres “curiosas” del Renacimiento (S. XV-
XVI) era la que tenían las mujeres de la época, de ponerse esponjas perfumadas
en axilas y entre las piernas (os imagináis cuando se las tuvieran que quitar…),
porque la higiene personal parecía no estar de moda; incluso en la realeza:
Cómo el Rey Enrique IV de Francia (1553 – 1610), que nunca se lavaba… ¡Pero
tampoco se perfumaba!... (¡Madre mía!...) ¡Seguro que su corte, excepto a los
que le fallara el olfato, se gastaban un dineral en fragancias!.
En el opuesto fue Luis XIV de Francia (1715 –
1774), un amante de los perfumes, conociéndose su corte como “la corte
perfumada”.
En los finales del S.XIX y en el S.XX, y por
supuesto en nuestro siglo, ya a nadie se le ocurriría, o se le ocurre, salir de
casa, sin estar perfumado; razón por la que en los últimos 100 años, la creación de fragancias nuevas se efectúa a un ritmo exponencial sin
precedentes; llegando, cómo todos conocemos, que ´”si eres famoso, tienes que
tener tú fragancia”…
Está claro que desde su invención o
descubrimiento, el ser humano lo ha utilizado, lo utiliza y lo utilizará como
complemento necesario e imprescindible para sentirse bien con uno mismo y obtener
una mayor aceptación por… las narices de los demás.
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